Fueron guiadas por dos consagradas y utilizaron un libro de la Carola Grove para elegir qué tipo de “camino” realizar. “El RC es mi guía para seguir el buen camino y abrir los ojos para mirar a los que necesitan y ser apóstoles en acción y oración. Ir acompañadas con RC fue un apoyo fundamental”, cuenta una de ellas.
Gracia Rodríguez 59 años: “me dedico a la familia, decoración y jardinería. Formo parte del RC hace 3 años y medio”
Lo que me motivó fue hacer el camino con sentido. Muchos conocidos lo hicieron como turistas de diversas formas que están de moda: caminando o en bicicleta, pero eso es otro viaje. Yo quería encontrarme con mi camino a Dios.
La hicimos en 5 días caminando y el día 6 muy intenso en la propia ciudad, visitando la catedral y participando en las misas para el peregrino.
El momento más desafiante fue el primer día, fue un desafío espiritual y físico, porque había que enfocarse en lograr el silencio a pesar de que era tentador conversar con las nuevas peregrinas que no conocía, saber de sus vidas, sus proyectos y esperanzas. Era la caminata para aprenderse nombres, relaciones entre ellas, etcétera. Y el desafío físico que al principio fue una intriga cómo se iba a comportar mi cuerpo, y que a pesar de haber entrenado 2 meses las caminatas, en el momento era una incógnita. Gracias a Dios estuve impecable.
Tuve la oportunidad de repasar mi vida, la de mis hijos, yerno y nuera; cada uno de ellos en sus etapas de niñez, infancia, adolescencia y adultez; me sentí iluminada de ideas y pensamientos que quise decírselos de alguna manera: por carta o al llegar.
Fue fantástico, sentir que todas íbamos a lo mismo: rezar, caminar en silencio, rosario sola o comunitario, buena conversa de la vida, buenos consejos, momentos divertidos, todo enriquecedor.
Hay que tomar desafíos, con seguridad y confianza; porque al final del día uno pone su persona y lo demás lo hace Dios. Es un tremendo regalo.
Me gustaría haberme preparado con el libro que usamos antes del viaje. Ojearlo, meditarlo y luego ya en el camino ir puliendo.
La verdad es que cuando ya faltaban 3 km se me hacía que quería caminar más. El último tramo fue rápido y me vino ansiedad de terminar algunos puntos pendientes.
No sabía que había tantas capillas chiquititas, muy lindas. Entrar en ellas era como sumar fuerzas, timbrar y compartir con peregrinos que también estaban en eso.
RC es como el cable cielo- tierra que me ha ayudado a crecer en mi espiritualidad y en la entrega apostólica a los demás.
Fue fundamental ir acompañada de la Carola, consagrada, y estoy muy impresionada de su entrega, creatividad, resistencia, fe, amor a Dios. Estoy sumamente agradecida de ella.
Andrea Reyes 55 años, profesora, 24 años en RC
Desde hace muchos años había oído del camino de Santiago y lo que producía en las personas que lo hacían, que era un momento de reflexión, de encontrarse con uno mismo y más importante aún, encontrarse con Dios. La Carola Grove me convidó y no lo pensé dos veces.
Éramos 27 personas en total, incluidas 2 consagradas que fueron la clave de que la peregrinación fuera tan exitosa. La Carola Grove nos preparó tanto en lo práctico como en lo espiritual, desde Santiago, y nos entregó el libro que ella misma escribió, donde podías elegir 3 rutas: la ruta del despertar, la ruta de la fe y la ruta de la sanación.
Además, iba la Marcela Estebanez, gran guía turística y espiritual.
Durante el Camino hay luces sobre situaciones en la vida donde te has equivocado, sobre cosas que quieres cambiar y mejorar.
El rezo del Rosario a veces duraba mucho rato y llegar a misa en cada pueblo que íbamos a alojar. Era el cierre de un día perfecto.
La gente local, todos atentos y siempre repetían la frase: ¡Buen Camino!
Aprendí muchísimo, a conocerme mejor y a sacar mi mejor versión.
Como recomendación: que se preparen bien físicamente y que vayan con la mejor disposición de lo que Dios les quiera regalar.
El grupo me sorprendió, la calidad humana de cada una. Todas dispuestas a ayudar y ser muy generosas unas con otras. Se dan conversaciones muy profundas, que llenan el alma. Casi todas las integrantes del grupo eran del RC y eso nos hizo sentir en familia.
Sin las dos consagradas no hubiera sido lo mismo, la presencia espiritual de cada una sin perder nunca el humor y la buena convivencia lo hicieron un viaje perfecto.
Loreto Reyes, 60 años: trabajo en el Centro Misión La Dehesa y en algunos apostolados, además algunas cosas propias. Estoy en RC desde el año 1987
Para mi, el momento más desafiante fue el día dos, el camino tenía muchas subidas y bajadas, pero lo logramos.
Durante el camino los tiempos de reflexión son muchos, cada una sigue el camino libremente y elige, si hacer un camino más silencioso, siguiendo reflexiones que se nos sugieren y reflexiones propias.
A medida que vas avanzando te encuentras con peregrinos e intercambias conversaciones objetivos y experiencias, ¡muy enriquecedor!
Aprendí que es uno el que elige como seguir un camino espiritual hacia Dios, tenemos obstáculos y a veces dificultades, pero siempre de la mano de Jesús podemos avanzar. ¡El silencio y la oración son fundamentales para dejarnos guiar por Dios!
Haría de nuevo el camino y creo que sería muy bueno hacerlo con mi marido.
Mi llegada con el grupo a Santiago fue buenísima, fue muy emocionante, con bandera chilena y una cruz que cargamos todo el camino con peticiones y ofrecimientos de todas las que fuimos y la compañía de dos consagradas alegres y profundas.
No me esperaba ver paisajes y naturaleza tan lindos y reflejos de Dios, además del aporte que fueron las dos consagradas, primero la Carola que nos guió con su libro y diferentes meditaciones y la Marcela que nos aportó alegría y profundidad cada día. El grupo también fue muy bueno, realmente acogedoras alegres y motivadas.
Para mí el RC es mi guía para seguir el buen camino y abrir los ojos para mirar a los que necesitan y ser apóstoles en acción y oración. Ir acompañadas con RC fue un apoyo fundamental.