Llegó al Regnum Christi por una compañera del colegio. Su amiga, antes de irse a dar año, le pidió que lo conociera. Obediente, partió a Av. Suecia, tocó el timbre y participó en su primer Encuentro con Cristo. “Muy rápidamente me di cuenta de que lo importante no era lo que se hacía sino el espíritu que se vivía”, afirma.
Francisca está casada con Rodrigo Díaz hade 22 años, con quien tiene cuatro hijas entre los 20 y 10 años. “El Regnum Christi fue y es un camino de crecimiento espiritual y de encuentro con Dios”, señala. De chica, explica, no recibió una educación católica por lo que los sacerdotes, consagradas, compañeras de la sección y su marido se convirtieron en sus “maestros de la fe”.
Como una “respuesta lógica a todos los dones que recibía” decidió dar un año en 1999. “Fue una experiencia marcadora en mi vida”, comenta.
¿Qué labores has realizado en todo este tiempo para apoyar la labor del Regnum Christi?
En todos estos años he hecho distintos apostolados: fui responsable del ECYD, ayudé en ANSPAC, después fui responsable de equipo, orientadora, etc. Además, participaba e intentaba aportar en todo lo que Dios me mostrara. Ya sea sola o con mi familia.
En España cooperé en la organización de la JMJ de 2011 lo que fue muy enriquecedor. El Regnum Christi ha sido una familia que me ha acogido y apoyado en los distintos países donde me ha tocado vivir, y también ha sido un medio increíble para crecer cada día en mi fe y amor a Cristo.
¿Qué te ha entregado el Regnum Christi en todos estos años?
Pese a todo lo que hemos vivido en él, no puedo dejar de ver y agradecer todo lo que me ha dado, pues me ha ayudado a ser lo que soy hoy.
¿En qué está Familia Misionera de Colina actualmente?
Estamos encargados de familia Misionera de Colina junto a un grupo de matrimonios. Realizamos misiones de Semana Santa en familia para ayudar a propagar a Cristo en lugares más aislados. También realizamos peregrinaciones y actividades que ayudan a fortalecer los lazos en la familia y con Cristo.
Hace un par de semanas hicimos un trekking y tuvimos misa en la cima. Participaron 150 personas y bajamos todos con el corazón listo y dispuesto para el inicio del mes de María.
¿Qué beneficios crees que le entrega este apostolado a la familia?
Tiene la riqueza de que es en familia y eso va calando poco a poco en el “estilo familiar”. En nuestro caso vamos a misiones desde que nuestras niñas eran chicas. A través de él, aprendieron a encontrarse con personas con realidades distintas a la que vivían ellas. Es también una oportunidad que como padres podemos testimoniar que la vida es para entregarla, aunque en esa entrega uno sale renovado y engrandecido.
No es casualidad que nuestras tres hijas mayores, participan en Juventud Misionera en el Colegio Highlands y en misiones de la UC, son responsables del ECYD y han buscado servir a través del centro de alumnos. Todas nuestras hijas se han “contagiado” de un espíritu apostólico que lo hacen vida en la universidad, en el colegio, con sus amigos, ahí donde les toque estar. Este es el legado que queda y estoy segura lo van a transmitir a sus propias familias más adelante.