Cerca de 200 jóvenes participaron en las misiones de Semana Santa en diferentes grupos que visitaron las localidades de Curacaví, Mallarauco y Chocalán, ubicadas en las cercanías de Melipilla.
La gran mayoría de los misioneros son alumnos de enseñanza media del Colegio Everest. Sin embargo, también participaron algunos universitarios exalumnos de otros colegios como responsables de grupos. Es el caso Agustina Ferrando, exalumna de las Ursulinas. “Encontré muy bacán poder aportar a un grupo. Se me regaló una oportunidad de crecimiento personal y además de poder conocer a niñitas que están metidas en la sección de jóvenes del RC, lo que me permite vivir la fe en comunidad”, explica.
¿Qué te ha parecido la experiencia?
Me ha parecido un gran desafío el guiar y cuidar a un grupo de niñitas ya que requirió de mayor responsabilidad, toma de decisiones, entre otros aspectos. Pese a eso, fue una circunstancia enriquecedora tanto para mí como para ellas.
¿Con qué reflexión te quedas de Juventud Misionera?
Con muchos recuerdos, risas, momentos increíbles y nuevos amigos. Los vecinos de la comunidad nos recibían con mucho cariño y con los brazos siempre abiertos, atentos a cualquier cosa que necesitáramos. Se hizo vida la frase “el que va a misionar siempre termina más misionado”. Cada persona con la que me tocó compartir me dejó un aprendizaje, lo que me permitió crecer en la fe y en mi vida.
Para Teresita Fernández, exalumna del Colegio Highlands que cursa tercer año de ingeniería comercial en la PUC, estas misiones fueron muy especiales. “No solo la comunidad nos recibió con los brazos abiertos, sino que también el grupo que se armó entre nosotras fue muy potente”, comenta.
Teresita ha participado, como ella misma dice, desde que tiene memoria en las misiones de Semana Santa. De chica iba a Familia Misionera, con suspapás y hermanos, para después formar parte de Juventud Misionera, como alumna del Colegio Highlands, y ahora como responsable de grupo. “Encontré unas verdaderas amigas en Cristo, con las que compartimos profundas conversaciones, risas y minutos de oración y de acompañar juntas a Jesús y la Virgen María”, destaca sobre esta experiencia.
Teresita quiso aprovechar estos días de Semana Santa para vivirlos acompañando a Jesús al servicio de los demás. “Si bien los días antes de partir siempre me cuestan y me arrepiento, el famoso “mal del misionero”, siempre es una experiencia que me llena mucho y vuelvo cargada de energía”.