Junto a sus dos hijos, María Ignacia y Diego, participaron en Familia Misionera de Rancagua. “Creemos firmemente que para que nuestros hijos se conviertan en personas integrales, deben ser niños cuyos principios inspiren y sirvan de ejemplo”. Carola y Diego forman parte de la comunidad del Colegio La Cruz desde hace seis años. Aseguran que haber participado en Familia Misionera ha sido una de las mejores decisiones que han tomado. “Han llegado para completar esa parte que necesitábamos como familia y dar sentido a todo lo que pensamos”, explican.
¿Cómo y por qué llegamos a las misiones? Simplemente llegamos. Ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado. Enseñarles a nuestros hijos, de manera vivencial, el valor del trabajo en equipo, el esfuerzo y la gratitud de servir sin esperar nada a cambio, más que un simple “gracias”, y que ese “gracias” al mismo tiempo, sea todo, es lo que creemos que cada persona debería experimentar para comprender el valor de la vida.
Sin duda, estas misiones han dejado una huella profunda en cada uno de nosotros.