El Camino de Santiago no es solo una ruta marcada en mapas; es un sendero que invita a mirar hacia adentro, a cada paso descubrir algo nuevo sobre uno mismo y sobre Dios. En los últimos años, diversos grupos de las secciones de señoras, señores y jóvenes han hecho el Camino para tener una experiencia de recogimiento y conocimiento de Cristo vivo. Así lo vivió Marcela Rodríguez, miembro del Regnum Christi que participó de esta peregrinación, acompañada por un grupo diverso; cada uno con su historia, pero todos con un mismo deseo: acercarse más a Jesús y a su comunidad.

Al inicio, Marcela confesó no tener expectativas claras:
“No tenía ninguna expectativa específica. Conocía poco del tema, pero confiaba en que quienes nos guiarían sabían lo que hacían y lo que se nos estaba preparando”.
La preparación no fue académica ni logística; fue un abrir el corazón: “Cuando se vive conectada a Jesús, nunca partes tan en blanco. Sabes que algo te espera. Más aún en un Año Santo”.
Los primeros días transcurrieron entre paisajes que combinaban senderos empinados, aldeas silenciosas y horizontes infinitos. Cada paso se convirtió en una oportunidad para reflexionar sobre su vida, sobre los momentos donde había sentido la presencia de Jesús y sobre cómo su fe la había acompañado.
“Una de las cosas más significativas fue entender que el destino del camino no es el fin, sino el comienzo del camino de la vida, pero de otra forma. Y también hubo un mensaje claro: si no hay paz y alegría, has errado la ruta. Hay que hacer un rewind”, recordó.
La fuerza del grupo se hizo evidente en los momentos de cansancio y en los instantes de alegría compartida. La peregrina destacó que la comunidad no solo acompañaba físicamente, sino que reflejaba el amor de Dios:
“El grupo es esencial en este camino y en todo camino del espíritu. El apoyo, la escucha y el amor incondicional reflejan el amor de Jesús a cada uno de nosotros. Miren cómo se aman… eso nos debiese distinguir”.
La diversidad de edades y situaciones de vida —jóvenes y adultos, solteros y casados, sacerdotes y consagradas— enriqueció la experiencia y mostró que el Camino es fructífero para cualquiera.
Pero más allá de los kilómetros recorridos, la peregrinación encendió la fe y renovó el compromiso con la misión evangelizadora del Regnum Christo:
“La vida sacramental y la visita continua a Jesús en la Eucaristía es elemental para ser fuego y transmitir calor y luz. Estas instancias, como recorrer el Camino a Santiago, son eso: puro fuego y luz. La cosa es mantenerlos vivos para poderlos transmitir y encender corazones apagados o dormidos”.








