Esta consagrada chilena, parte de la primera generación del colegio Cumbres, celebró recientemente -el 28 de febrero- sus 20 años de consagración al Señor. Actualmente vive en Roma donde colabora con la Secretaría General de las consagradas y también estudia Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana. Con una profunda alegría y fe nos compartió su historia personal con Cristo y su recorrido espiritual a través del Regnum Christi.
Pía es la mayor de seis hermanos -cinco mujeres y un hombre- y es parte de la primera generación del Cumbres de Santiago. Ingresó en tercero básico siendo muy consciente de lo que esto significaba: “crecer junto con el colegio, ir innovando, y proponer el primer centro de alumnas, entre otras cosas. Gocé mis años allí porque participaba en muchas de sus actividades y tengo un excelente recuerdo de ese tiempo: de mi curso, amigas, y profesoras”. Al salir de cuarto medio ingresó a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica donde estuvo un año y después viajó a Brasil para hacer el Candidatado, consagrándose el 28 de febrero de 1999.
Pía, ¿cómo surgió tu vocación?
“Desde chica estuve en el ECyD y después en el Reino, pero nunca se me pasó por la cabeza ser consagrada, es más, era algo que no quería… aunque por otro lado, por lo recibido en el colegio, crecí con la conciencia de que quería seguir el camino que Dios había pensado al crearme. Esto fue marcando mis decisiones: primero la del electivo en tercero medio, después de la carrera y finalmente el seguir el camino de la vocación consagrada. Dios me llamó de un modo sencillo, pero que no me dejó lugar a dudas. No fue un momento concreto, sino muchos, en los que me iba mostrando que quería que lo siguiera en este camino: en la oración, en un retiro, a través del apostolado que hacía, leyendo el Evangelio, etc… Al principio me costó mucho aceptarlo, fueron meses de mucha lucha, de no querer, pero al mismo tiempo sí quería hacer lo que veía como Su voluntad. Después de varios meses, en unos ejercicios espirituales (retiro de ocho días, en silencio), Dios me hizo ver con más claridad la grandeza de su llamado y me ayudó a llegar a quererlo yo también”.
¿Cómo fue el apoyo de tu familia en esta decisión?
“Al principio les costó aceptarlo, pero después, con el tiempo, a pesar de que les seguía costando la separación y todo lo que implicaba, me apoyaron en mi decisión. Durante todos estos años, he sentido siempre su apoyo, cercanía y cariño, y esto ha sido también parte importante en la vivencia de mi vocación”.
¿Cuál ha sido tu recorrido apostólico en el RC?
“Me consagré en Brasil donde hice los dos primeros años de formación en Sao Paulo. El tercer año lo hice en Greenville, Estados Unidos, y el cuarto lo estudié a distancia. Después del año en Estados Unidos volví a Sao Paulo como secretaria de la asistente del director territorial donde estuve casi ocho años. Durante ese tiempo me tocaba viajar a las diferentes ciudades donde trabajaban las consagradas en Brasil, y también a Venezuela y Colombia. Coordinaba los programas de colaboradoras del ECyD y Reino, y ayudaba también en temas relacionados con las consagradas de esos lugares: organización de cursos, ejercicios espirituales, trámites, en la comunicación, etc. Después estuve dos años en Caracas haciendo lo mismo y trabajando, además, en el colegio que tenemos ahí, en la pastoral de adultos, con mamás y profesoras. En el 2012 llegué a Roma a trabajar en la secretaría general, en el momento en que empezaba el primer gobierno de las consagradas. Y aquí sigo… desde el año pasado estoy también estudiando Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana”.
¿Cómo el RC transformó tu vida y qué te ha ayudado a perseverar en estos años?
“Jesús es el que va transformando la vida… digo “va transformando” porque siento que es un camino de conversión constante, de cada día. En el colegio conocí a un Jesús cercano, que nos quiere y sale al encuentro, en la realidad donde estamos. Me gustaba poder recibirlo todos los días en la comunión. El Regnum Christi, además de mi familia, fue el medio por el cual conocí a Dios y pude entregarme a Él. En estos años de crisis institucional me ha ayudado la conciencia de saber que el Movimiento es un medio, no el fin de mi entrega, ni el motivo de mi consagración. Esto me ha hecho perseverar a pesar de lo negro que se presentaba el panorama en ciertos momentos… La certeza del llamado de Dios, que es algo que siempre ha estado vivo y constante en mí, es lo que me ha hecho seguir adelante y al mismo tiempo comprometerme en este camino de renovación que estamos recorriendo, consciente de que la renovación institucional se da en la medida en que cada uno de los que formamos parte del Regnum Christi nos renovamos interiormente y vamos viviendo según lo que Jesús nos pide en el Evangelio”.