Regnum Christi Chile

VIDA RC | Buscando a Cristo en la entrega a los demás

Fue un llamado directo de Dios al corazón de tres jóvenes del Regnum Christi en distintos países de Latinoamérica. Una invitación a ponerse al servicio de los demás como una manera de estrechar su relación con Cristo. Aunque no fue un paso fácil para María José Lagomarsino, Brenda Treviño y Natália Caldeira, las tres decidieron “arriesgarse” para dar un año de su vida colaborando en nuestro país. ¿Por qué lo hicieron? Su respuesta a continuación.

María José Lagomarsino – 22 años, Chile

Apostolado: Reino, NET y ECYD Colegio Highlands

El verano 2014 fue mi primera experiencia como colaboradora, estuve un mes y medio trabajando en el ECyD de Milán. Desde que terminé mi colaboración allá surgió en mí un deseo profundo de hacer un año completo y estaba preparada para terminar mis estudios en el colegio y partir a donde sea que me mandaran. Pero en ese momento las circunstancias no eran las adecuadas y, junto con mis papás, fijamos este sueño para cuando terminara la universidad. Debo reconocer que mi primer y segundo año de universidad no estuvieron fáciles. Una serie de acontecimientos negativos pasaron y el ánimo me pesaba. Pero lo único que siempre se mantuvo constante, e incluso se desarrolló aún más, fue mi relación con Dios. El 2017 fue un año clave porque entre Él y yo hicimos una promesa, ambos debíamos cumplir con una misión. Hasta el día de hoy ha sido una de las cosas más importantes que haya hecho en mi vida, confié plenamente y lo dejé ser. Por un año y medio nunca perdí el foco y a mediados del 2018 esa promesa se cumplió. Fue algo realmente asombroso y yo no tenía cómo agradecer todo lo que Él había hecho por mí. En agosto de ese mismo año, mi directora espiritual me ofreció hacer un año de colaboradora en mí país y ciudad. Aunque no di mi respuesta definitiva en ese mismo momento, yo sabía perfectamente que esa petición venía directamente de Dios. Y ahí entendí que a pesar de que ser colaboradora era mi sueño, el cumplimiento de éste no dependía de mí, sino de Él, y desde el comienzo que era así. Finalmente acepté hacerlo con todo lo que implicara y, a pesar de mis miedos e inseguridades, estoy segura de que este año va a traer un sin fin de bendiciones en todos los ámbitos de mi vida y en la de aquellos que la comparten conmigo. Lo único que espero de este año es que Dios me siga sorprendiendo y yo lo estaré esperando con los brazos bien abiertos”.

Brenda Treviño – 23 años, México

Apostolado: Reino Las Condes y Colegio Cumbres

Gracias a las herramientas que me brindó el Regnum Christi por medio del ECyD, Reino y Juventud Misionera, me enamoré perdidamente de Cristo, y mientras más me involucraba, sentía la necesidad de entregarme más y más; pero no por medio de ser formadora, asistir a la sección, o irme de misiones, sino que por medio de una entrega que implicaba renunciar a mi vida por un año para ponerla 24/7 al servicio de Cristo. La decisión de irme antes de iniciar mi carrera parecía muy fácil, pero el plan de Dios fue que no diera año hasta que terminara la carrera. Ahí fue donde comenzaron las inquietudes: ¿Me voy a arriesgar a dejar un trabajo? ¿Y la maestría que quería estudiar? ¿Qué va a pasar con mi relación de noviazgo? Por un momento tuve miedo por todo lo “que iba a dejar”, pero sé que Cristo nunca se deja ganar en generosidad, y sentía un ardor en mi corazón de entregar mi tiempo de esta manera a Él, que tanto me ha dado. Cristo en todo momento me mostró que es fiel, y todo comenzó a encajar perfectamente. No solo espero hacer grandes proyectos en mi apostolado, sino hacer pequeñas cosas con un gran amor para que Él y su amor sean los protagonistas en todo momento. Quiero que el fruto de permanecer en Cristo lleve a otros a anhelar una relación con Él”.

Natália Caldeira – 21 años, Brasil

Apostolado: ECyD Las Condes y Rancagua

Decidí dar un año de mi vida a Dios por qué sentí un llamado para servirle en algo diferente. Siempre fui del movimiento, pero siempre me pareció algo muy lejos de mi realidad parar un año de mi vida y estar totalmente a disposición del movimiento y viviendo con las consagradas. Sin embargo, Dios colocó este llamado en mi corazón y fue abriendo los caminos, y entonces vi que realmente era lo que yo quería. Para mí, la colaboración también es una forma de gratitud a Dios, por todo lo que ha hecho por mí. Es un acto de confianza, como entregar un cuaderno en blanco, y dejar que Jesús escriba las páginas de nuestro año. Más que eso, es una forma diferente de servir al movimiento, en otra ciudad, conocer mejor las vocaciones del movimiento y buscar la plenitud vocacional, teniendo una experiencia verdadera del amor de Dios. Es estar disponible al servicio de lo que Él quiere y nos llama. Espero tener una experiencia profunda de amistad con Cristo, y que pueda llevar un poco de ese amor gigante por nosotros a otras personas en Chile”.

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