Miguel Mondaca, estudiante de Ingeniería Civil UC, fue parte del equipo de monitores del primer retiro ARDE. En esta entrevista comparte cómo nació esta iniciativa dirigida a adolescentes, qué la hace única y qué significó para él acompañar a otros en su camino de fe.
El retiro ARDE nació como respuesta a una necesidad clara: la falta de espacios pastorales para adolescentes fuera del marco escolar. Desde ahí, un grupo de jóvenes, junto con el acompañamiento del P. Gastón Vicuña LC y Esperanza Duarte, miembro del Regnum Christi, dieron forma a una propuesta que busca encender el deseo de Dios en medio de una etapa clave de la vida. Miguel Mondaca, de 24 años, fue parte de este primer equipo.
Aunque no es miembro oficial del Regnum Christi, Miguel cuenta que lo conoció “a través de Search, y poco a poco me he ido sumando a distintas actividades”. En su experiencia, el Regnum Christi ha sido “un espacio muy valioso para vivir la fe en comunidad, más allá de lo académico o familiar. Es un lugar donde se puede compartir desde lo auténtico y nutrirse del testimonio de otros que también buscan a Dios en su día a día”.
Sobre el origen del retiro ARDE, explica: “vimos la necesidad de generar una instancia donde pudieran plantearse preguntas de fe, compartir experiencias y encontrarse con Cristo de forma libre, auténtica y acompañada. La idea era encender una chispa en medio de esa etapa tan crítica, ofreciendo un espacio de escucha, profundidad y comunidad”.
Miguel se sumó al equipo cuando el retiro aún estaba en planificación: “me contactaron el Padre Gastón y la Espe cuando recién se estaba gestando el proyecto. Desde el principio, me entusiasmó mucho la idea de poder acercar a los jóvenes a una vivencia de la fe más activa, más real, que no se quedara solo en costumbres o tradiciones”.
Vivir la primera edición del retiro no estuvo exento de desafíos: “hubo de todo, expectativas altas, algo de miedo e incertidumbre, pero sobre todo muchas ganas de que saliera bien. Claro que aparecieron las dudas (…) pero siempre con la confianza puesta en el Espíritu Santo. Teníamos claro que, si Dios quería que esto se diera, así sería”.
Durante los días del retiro, Miguel acompañó de cerca a los adolescentes que participaron: “fue una experiencia única y desafiante (…) me sorprendió su disposición y las ganas con las que llegaron”. Agrega que, a medida que avanzaba el retiro, “se fueron soltando, conectando con los temas, con las actividades, con los testimonios. Pude ver cómo lo que se ofrecía les hacía sentido”.
Sobre los momentos más significativos vividos por los jóvenes, Miguel prefiere ser prudente: “por respeto a la experiencia de quienes participarán en futuras ediciones, preferimos mantenerlos en confidencialidad”.
De todos modos, afirma: “fueron espacios donde los jóvenes pudieron ver que la fe no es algo lejano o ajeno, sino profundamente cotidiano y personal”.
A nivel personal, la experiencia también lo marcó profundamente: “ver cómo lo que habíamos preparado llegaba al corazón de los jóvenes (…) fue una experiencia que también me ayudó a revisar y reafirmar mi propio camino espiritual”.
Para Miguel, lo que hace único a ARDE es que “es una propuesta hecha por jóvenes y para jóvenes escolares, fuera del marco tradicional del colegio”. Destaca que la propuesta confirma “que hay una sed real de Dios en esta etapa, y que basta ofrecer un lugar propicio para que esa búsqueda despierte”.
Al hablar de lo que hoy representa la palabra ARDE, responde con convicción: “me confirma que aún en medio de todos los desafíos actuales del catolicismo, hay jóvenes dispuestos a buscar, a encontrarse con Cristo, a vivir su fe con sentido”.
Finalmente, invita con entusiasmo a quienes podrían animarse a ser monitores en futuras ediciones: “le diría que se atreva sin dudarlo (…) Es una experiencia que transforma, que interpela y que te recuerda que el anuncio del Evangelio es tarea de todos”.