El 14 de octubre fue un día de alegría y ambiente festivo para la Iglesia Católica en el mundo gracias a la canonización de siete beatos, entre ellos el Papa Pablo VI y monseñor Oscar Romero, en una emocionante ceremonia presidida por el Papa Francisco en Roma. El Santo Padre destacó durante la Misa el ejemplo de vocación a la santidad y la radicalidad en el amor a Cristo de los nuevos santos frente a las más de 70 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro.
Además de estos dos sacerdotes, el Papa Francisco, tras escuchar la petición del Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal Giovanni Angelo Becciu, procedió a canonizar también a los sacerdotes italianos Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, a las religiosas María Caterina Kasper y Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús March Mesa y al laico italiano Nunzio Sulprizio.
Durante su homilía, el Sumo Pontífice manifestó a los fieles que el Papa Pablo VI fue “el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres” y que monseñor Romero es un ejemplo de “quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia integridad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos“. En homenaje a estos dos nuevos santos, el Santo Padre utilizó como vestimentas litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que llevaba en la cintura el sacerdote salvadoreño el día de su asesinato en 1980 y la casulla del Papa Pablo VI.
Por su parte, en la celebración eucarística del día del abuelo en la Catedral Metropolitana, el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, resaltó los testimonios de vida de cada uno de los nuevos santos como “una esperanza muy grande frente a la realidad actual de la Iglesia”. Sobre monseñor Romero, el cardenal aseguró que es “el santo de América, mártir de la búsqueda de la justicia y del bienestar de su pueblo, que como buen pastor, a imagen de Jesús, ha entregado su vida, para que ese pueblo tuviera vida“. Y sobre el Papa Pablo VI afirmó que “puso a la Iglesia en sintonía con el mundo contemporáneo y que a pesar de sufrir una persecución con mucha crítica supo siempre poner sobre todo la verdad de Dios y la verdad del Evangelio“.
En tanto, el biógrafo del Papa Francisco, Sergio Rubin, manifestó al diario El Mercurio que “tanto Romero como Pablo VI representan las contradicciones y las dificultades que vivió la Iglesia del siglo XX porque fueron atacados y criticados dentro de la misma institución por sus aperturas a los cambios de la sociedad y por sus pedidos de mayor justicia social”. El periodista argentino afirmó que ambos santos son figuras representativas de la Iglesia que impulsa el Sumo Pontífice, “pobre para los pobres“, abierta al diálogo, pero también sin etiquetas: ni progresista ni conservadora.