El Padre Guillermo Ortega es capellán de dos colegios Mano Amiga desde el 2019. “Creo que humaniza muchísimo trabajar en estos colegios (…) Hay muchas realidades tristes, duras, pero al mismo tiempo testimonios de superación, esperanza, confianza”.
El Padre Guillermo Ortega entró a la Legión en marzo de 1986 en Santiago de Chile, para después seguir su formación en Europa. Conoció a los Legionarios de Cristo a través de un sacerdote que dio charlas en el colegio Lastarria donde él estudiaba.
Estuvo trabajando en Chile desde el 2013 hasta el 2017 y volvió el 2019 hasta ahora, “sin duda hay muchos desafíos ante una sociedad poco practicante y con muchos prejuicios hacia la Iglesia católica”.
Sobre el Regnum Christi mencionó que “cuando sus miembros viven el carisma, perseveran en la vida de gracia, tienen mucho que transmitir y dar a los demás, se da un contagio que ayuda a otras personas que crean en su unión con Dios”.
Sobre Mano Amiga
Su labor como capellán “no es solo celebrar Misa y confesar. Te toca meterte en ayudar a mejorar desde infraestructura, contenidos de la fe, charlas para preparación al bautismo, charlas de primera comunión para papás, apoyar en confirmación, incluso hacer trabajo catequético por redes sociales”, explicó el Padre Ortega.
¿Cómo se evangeliza a las familias en una sociedad cada vez más alejada de Dios?
“Es complejo porque no todas las familias están completas. Hay problemas de tiempos por los trabajos, traslados y otras dificultades. Me parece que se debe estar atento para ver más formas de formación, contacto para ayudar a las personas a comprender que pueden hacerse amigos de Cristo. Pueden orar, es decir hablar más con Cristo. Pueden vivir una fe no de cumplimiento sino cordial, llana, abierta, de trato cercano con Cristo”.
¿Qué aprendizajes ha tenido como capellán de Mano Amiga?
“Creo que humaniza muchísimo trabajar en estos colegios. Desde 2019 trabajo en dos colegios Mano Amiga. Hay muchas realidades tristes, duras, pero al mismo tiempo testimonios de superación, esperanza, confianza de que, si se sigue haciendo el bien, sembrando valores cristianos y dando testimonio, eso siempre dará fruto, porque Dios está presente y la gran obra (tocar y transformar corazones) es de Él. Pero quiso necesitar personas que colaboren”.