Un verdadero evento familiar es el que se vive en este torneo que ya va en su XVIII edición. “Nos fue muy bien”, reflexiona Pablo Ceresuela, coordinador de la sección de señores de esta localidad y quien es uno de los fundadores de este apostolado.
En la oportunidad participaron 610 niños, en representación de nueve colegios, quienes jugaron en alguna de las cinco categorías que tenían abiertas para alumnos de primero básico hasta II medio. Este campeonato se vive en familia porque convoca a equipos provenientes de Curicó, Molina, San Fernando y Rancagua, muchas de las cuales van a pasar el día. “Una novedad es que este año volvió a participar el Colegio la Cruz, de Rancagua”, destaca Pablo.
Como es habitual, el Padre Francisco Carvajal LC celebró una Misa a mediodía, momento en que se suspendieron los partidos. Este año se profundizó en el sentido social de la Copa Faro. “Volvimos a apoyar a las Hermanas del Buen Samaritano que tienen un hospital en Molina, que da atención a los más pobres dentro de los pobres, y que nos acompañaron por un buen rato durante el torneo”, destaca Pablo. También, con lo recaudado en los estacionamientos, se colaboró con los bomberos quienes pidieron una colaboración de mil pesos por auto. Para cerrar comenta con gran alegría que contaron con la presencia de dos consagradas que viajaron especialmente desde Santiago, “quienes vivieron la experiencia de la Copa Faro curicana”, concluye.