Bernardita García respondió hace 25 años al llamado de Dios para consagrarse en el Regnum Christi. Este año celebró un nuevo aniversario de ese momento tan importante de su vida. ¿Qué reflexiones puede compartir con nosotros de su historia de consagración? Varias. Que la vida es un regalo siempre. Que su vocación se enraíza en la experiencia del amor. Que los momentos difíciles han sido oportunidades para madurar en la fe y en el seguimiento de Dios. Y que amar se puede elegir siempre y en cualquier circunstancia. Su amplio recorrido en el Regnum Christi incluye distintas funciones en diferentes países, pero su labor apostólica actual la encuentra al servicio de Cristo en su tierra natal.
¿Qué te motivó a consagrar tu vida a Dios?
“Consagrar la vida a Dios, en primer lugar es la respuesta a una llamada del Señor, que hace un eco, tiene una resonancia en el corazón, una experiencia de fe que se va descubriendo poco a poco. Estos ecos los fui descubriendo a medida que fui conociendo a Jesús como una persona viva, un amigo y compañero de camino, que me invitaba a amar lo que Él ama y a dar la vida, como Él, por amor”.
¿Qué recuerdos tienes de ese momento?
“La ceremonia se encuadró en una misa, en el día de la Anunciación, que es una especial fiesta que normalmente cae dentro de la Cuaresma. Fue muy especial entrar a la capilla de la casa de formación que teníamos en Roma y verla llena de flores. Para mí eso fue un gesto lleno de cariño de Jesús. Éramos más de 100 consagradas en la capilla, y los cantos también fueron especialmente bonitos. El Señor conoce, que todo lo que es belleza y armonía, es importante para mí y así me lo quiso regalar”.
¿Cuál ha sido tu recorrido apostólico en estos 25 años?
“He vivido en Roma, España (Madrid, Valencia y Sevilla) Estados Unidos, México, Buenos Aires. Principalmente desarrollado tareas de acompañamiento en la formación de consagradas, de gobierno y en pastoral de colegios”.
¿Qué enseñanzas ha dejado tu recorrido como consagrada en estos 25 años?
“Que la vida, con todas sus etapas, crisis, desafíos es bella, un regalo siempre. Que mi vocación se enraíza en la experiencia del amor, y que ésta se tiene que cultivar y hacer crecer. Que los momentos tan difíciles que hemos tenido dentro del Regnum Christi han sido oportunidades que me han llevado a madurar la fe y el seguimiento del Señor, y a entregar la vida, experimentando lo que el Señor nos dice en el Evangelio: “Perder la vida es ganarla para la vida eterna”. Y no solo para mí, para todos aquellos que él ha querido vincular a mi camino. Que los momentos de fracaso y desconcierto son oportunidades para recordar que “al final de la vida, se nos preguntará por el amor”. No por los éxitos y logros. Y que amar se puede elegir siempre y en cualquier circunstancia”.
¿Qué significan para ti estos 25 años de consagrada en el movimiento?
“Significa una “común-vocación”, es decir: caminar con hermanos y hermanas de diversas vocaciones, culturas, nacionalidades. Caminar, discernir, seguir caminando “oteando el horizonte”, escuchando con paciencia para seguir discerniendo aquello que el Señor quiere que juntos llevemos adelante. Compartir la vida y la llamada desde sus anhelos más profundos, que no necesariamente implica que todos pensemos igual, ni que estemos siempre de acuerdo. Pero sí, en comunión desde lo esencial: espiritualidad y misión”.
¿Cómo entiendes tu vocación de consagrada en el RC y en el mundo de hoy?
“Nuestra vocación de consagración laical en el Regnum Christi es una invitación a hacer presente el Reino del Señor en medio de la realidad concreta. Llamada ser signos vivos Cristo. A tratar de traducir en el mundo hoy lo que sería la invitación del Señor a seguirle y vivir como él. Para mí, es la invitación de Jesús a ser testigo de que su amor es real y que transforma la vida… la llena de sentido y de gozo, más allá de las situaciones que puedan ser desafiantes y dolorosas. Quiero que mi vida sea presencia de Cristo, de su amor en el mundo de hoy. Quiero que Él sea conocido y amado. Que todas las personas con las que trato puedan experimentar un poco de su amor y su misericordia no sólo con lo que hago, sino con lo que busco vivir. Para esto, le pido a él que me conceda su gracia… sin eso, imposible”.
¿Qué es lo que más te gusta de colaborar en tu país de origen? ¿Qué lo diferencia de colaborar en un país extranjero?
“Haber llegado a Chile después de 23 años fue un regalo enorme, en primer lugar por la cercanía que he podido tener con mi familia. He querido estar siempre disponible para donde el Señor me enviara… ¡y él me ha querido hacer el regalo de estar en mi querida tierra en este tiempo lleno de desafíos! Trabajar en otras “tierras” requiere tiempo de adaptación, de “aprender a leer códigos” que no nos resultan connaturales, a reconocer valores, modos de ser y culturas en ocasiones muy distintas… La experiencia de vivir en múltiples lugares abre horizontes, nos muestra riquezas más allá de lo conocido, pero eso que es precioso, también puede resultar exigente. Lo que sí puedo decir, es que he sido muy bien recibida y muy feliz ahí donde he estado”.
Desde tu labor como miembro del Consejo Directivo Territorial, ¿qué esperas de esta nueva etapa del Regnum Christi con su nueva estructura de organización como Federación?
“Que el Regnum Christi pueda ser un lugar donde todas las vocaciones que se desprenden del bautismo tengan un aporte insustituible. Que cada uno desde ahí en donde ha sido llamado entregue y sirva desde su riqueza única, colabore con su mirada, en su realidad concreta. Que todos nos sintamos responsables de la misión que tenemos en Chile y en Argentina, para hacer presente el Reino de Cristo en la sociedad. Que el Evangelio y la experiencia del amor de Dios llegue a todos los hombres. Que esta colaboración y valoración de las distintas vocaciones quede reflejada en los modos de organizarnos, de impulsar el apostolado, de aportar en la Iglesia y en la sociedad de forma renovada. Que el proceso tan largo de renovación redunde en nuevo impulso evangelizador, que brote de la llamada y la experiencia del amor del Señor”.
¿Cuáles es tu mensaje para los miembros del RC en Chile en este segundo año viviendo en un contexto pandémico?
“Las olas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos…” (Cantar 8,7). Ha sido un tiempo largo, difícil, y en momentos sentimos el peso del sin sentido y el tedio de seguir esforzándonos por salir adelante… y parece que sirve de poco. Creo que todos nos tenemos que preguntar más el “para qué” y “cómo elijo vivir”, hacer actos profundos de elección, de libertad, que no se nos escape la oportunidad de todo lo bueno que también se nos revela. Renovemos nuestra fe como opción de vida, que nos exige ir más allá de las tradiciones aprendidas o de las actividades de “culto” y apostolado- que en estas circunstancias nos hemos visto impedidos de vivir-. Formemos comunidad, mirémonos unos a otros y veámonos como hermanos. Las nuevas circunstancias cuestionan el “status quo”, ya no se puede vivir de rentas. La experiencia de fe se vive, se comparte, transforma lo concreto de la vida… y esta con sus circunstancias. Que podamos ser personas que viven su fe y su experiencia de Cristo, que se reinventan con creatividad para seguir respondiendo al mundo de hoy en esta situación que nos han sacado de nuestras zonas de confort. Ojalá que esta pandemia nos impulse a salir de nosotros mismos, y nuestras “cuarentenas interiores”, para cuestionar la propia vida a la luz de lo que el Espíritu Santo, el Evangelio nos invita. “Nadie me quita la vida, la entrego libremente”.