Llegó a esta casa de estudios, que forma parte de la red educacional del RC, en 2007, como presidente del Consejo Superior, mientras aún trabajaba en México como vicerrector académico de la Universidad Anáhuac. En 2011 asumió como vicerrector académico y dos años después fue nombrado rector. “Cada vez que firmo un título doy gracias a Dios por permitirme ser parte del sueño de alguien”, reflexiona.
¿Qué ha significado para tu vocación de consagrado ser rector de la Universidad Finis Terrae?
Sin duda que es un regalo inmerecido de Dios; ya que mi llamado a orientar las realidades temporales hacia a Dios, desde la entrega total en la Sociedad de Vida Apostólica de los laicos consagrados del Regnum Christi, coincide perfectamente con la misión de evangelización de la cultura que tiene una universidad católica como la Universidad Finis Terrae.
En otras palabras, cada día vivo intensamente mi llamado y mi trabajo como una sola misión, en la que puedo poner al servicio de la comunidad universitaria los dones que Dios me ha dado y muy especialmente el don de mi propia vocación.
La Universidad Finis Terrae este año cumple 35 años ¿Cómo ha permeado el carisma del Regnum Christi a esta institución?
A lo largo de sus 35 años, la Universidad Finis Terrae, ha pasado por diversas etapas. Nació con una clara vocación de servicio y de interés por el bien común, fundada en valores cristianos, pero sin una explícita identificación con la misión evangelizadora de las instituciones de educación superior de la Iglesia.
Luego tuvo una etapa de ocho años de transición en los que se avanzó en esta consciencia, pero de manera lenta. Para finalmente iniciar en 2007 un camino de un progresivo reconocimiento de su vocación católica y particularmente del Regnum Christi que alcanza un hito significativo en 2015 cuando se formaliza el Ideario de la Universidad Finis Terrae en que se explicita su consciencia de universidad católica como parte de las obras educativas del Regnum Christi.
En estos últimos 15 años la Universidad Finis Terrae se ha empapado cada vez más del carisma del Regnum Christi que se puede ver particularmente en la vida sacramental, en la presencia de signos explícitos de nuestra identidad cristiana en nuestro campus; pero particularmente en la institucionalización de los procesos de acompañamiento de nuestros alumnos y en la sistematización de una línea de formación general que busca a través de la verdad, el bien y la belleza, ofrecer un camino para que nuestros estudiantes puedan llegar al conocimiento de Dios.
En la práctica, ¿qué significa que la Universidad Finis Terrae forme parte de las instituciones educativas del Regnum Christi?
Ser parte de una Red Internacional de Universidades, que nacen del deseo de evangelizar las realidades temporales formando profesionales que puedan ejercer su liderazgo en los entornos donde ellos se desarrollen, es sin lugar a duda un gran valor porque podemos fortalecer nuestras universidades en el intercambio constante y frecuente de nuestros académicos, directivos y estudiantes, aprendiendo unos de otros de las mejores prácticas para lograr el objetivo común, aún en realidades culturales diversas, como pueden ser Estados Unidos, México, Chile, España e Italia. El apoyo mutuo nos permite ir más rápido en la consolidación de nuestra identidad universitaria.
¿Cuáles son los principales desafíos que tiene hoy la educación superior?
Creo que uno de los grandes desafíos que enfrenta la educación superior es que logre responder ya no a las necesidades y problemas del hoy sino a las del mañana.
Los cambios culturales y sociales nos ponen delante de jóvenes que son muy diversos a los de una década o dos pasadas; y poder responder a sus inquietudes y darles la visión que buscamos para que pongan sus talentos al servicio de la sociedad es ya un desafío mayúsculo; pero se amplía aún más cuando consideramos que casi cada generación que entra a la Universidad es muy diferente a la anterior. Los cambios que antes se producían en 20 ó 30 años hoy los estamos viendo en menos de cinco y eso exige y tensiona a las universidades.
Por otra parte, el navegar por una cultura posmoderna, donde prima lo que Benedicto XVI llamó acertadamente la dictadura del relativismo hace que las universidades estemos ante una coyuntura de proporciones, puesto que quienes defendemos con convicción que es posible para el hombre alcanzar la verdad y que esa es la esencia del quehacer universitario, nos vemos sumergidos en un mundo que declara que la verdad no existe o, al menos, que no es posible conocerla.
Otro gran desafío nace de que a la educación superior se le exige dar respuesta a las necesidades de la sociedad muchas veces reduciéndola a mera certificadora de competencias profesionales, puesta al servicio del mercado laboral. Con lo cual ya casi no queda espacio para la reflexión profunda, para la creación e innovación. A este respecto, y particularmente en Chile, hay un tema que no podemos obviar y es que la educación social se ha constituido en el mayor movilizador social y por tanto hay una gran presión por ingresar a ella con las consecuencias financieras que ello tiene para el país.
¿Hacia dónde quiere avanzar la universidad en los próximos años?
Quisiéramos ser cada vez más coherentes con nuestro ethos universitario. Poder poner la docencia, la investigación y la vinculación con el medio, las tres grandes funciones universitarias, al servicio de la construcción de una sociedad de personas que amen la verdad, que aprecien la belleza y practiquen el bien. Ciudadanos responsables del desarrollo de su país que cuenten con una sólida formación profesional, pero también humanista y ética. Estamos empeñados en formar jóvenes con vocación de servicio, en desarrollar la generación de conocimiento, en impactar en las políticas públicas; todo ello desde una mirada cristiana que se abre a la relación fecunda de una razón abierta a la fe.
¿Cómo evalúas la experiencia de ser Rector de la Universidad Finis Terrae?
Puedo decir con certeza que es la mejor experiencia que he tenido, ya que no puedo negar que si bien hay infinidad de problemas y circunstancias que a veces angustian; éstas se quedan muy atrás cuando uno puede constatar que alguien, que ha pasado por nuestra Universidad, ve su vida tocada por Dios, sea directamente o a través de la comunidad universitaria.
Saber que con mi trabajo de todos los días puedo hacer de este mundo un lugar un poco mejor de lo que era ayer y, que estamos impactando en miles de vidas que encuentran sentido a su existencia, es sin lugar a duda un regalo impagable. Cada vez que firmo un título doy gracias a Dios por permitirme ser parte del sueño de alguien.