La fundadora de la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano, que dedicó su vida a servir a los enfermos terminales de escasos recursos, falleció a los a los 89 años en la localidad de Molina. Conocida como la Sor Teresa de Calcuta chilena esta religiosa en 1978 fundó su casa de acogida y policlínico, donde como decía ella, “primero se baña a los enfermos, después de les pregunta quiénes son. Cabe destacar que los dos centros que formó entregan medicinas, cuidados y curaciones gratuitas a más de 600 personas.
La madre Irene García de Prado se consagró a la vida religiosa a los 15 años, a los 18 realizó sus primeros votos y a los 23 años la profesión perpetua en la Congregación de las Siervas de Jesús. Se tituló de Enfermera en la Universidad Complutense de Madrid y ejerció su profesión en el prestigioso Sanatorio Bilbaíno en España. Admiradora de Sor Teresa de Calcuta, la madre Irene habló con la Madre Superiora de su congragación, Siervas de Jesús, para ver la posibilidad de realizar una experiencia apostólica con las personas más necesitadas de India. La respuesta de la madre Sagrario Olarte fue contundente: “Si quiere pobres, vaya a Chile”.
Esta breve afirmación inspiró a la madre Irene a viajar a nuestro país en el año 1970 para ayudar a los pobres, enfermos y abandonados. Durante sus primeros ocho años en Chile, vivió en la ciudad de Talca en donde, apoyada por cuatro hermanas de la congregación que se titularon de paramédico, instaló tres policlínicos y un consultorio para curar a los enfermos provenientes de la poblaciones Hermanos Carrera, Brilla El Sol, Santa Ana y Villa Aurora. Tras pedir su dispensa de votos para dejar la Congregación de las Siervas de Jesús, se trasladó a la localidad de Molina para dedicarse de lleno a la atención de los enfermos más necesitados de la Región del Maule.
En 1978, a instancias del Obispo Carlos González, funda la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano para atender médicamente a ancianos de escasos recursos, casi siempre enfermos terminales o personas con deficiencias mentales graves y que no pudieran ser cuidados en sus hogares ni hospitales. En esta casa de acogida y policlínico, como expresó un día la madre Irene, “primero se baña a los enfermos, después se les pregunta quienes son”. Actualmente ambos centros, que entregan medicinas, cuidados y curaciones totalmente gratuitas, atienden a cerca de 570 personas.