Javier nació el 13 de junio de 1984 en Santiago de Chile. Fue alumno del colegio Cumbres, miembro del ECYD y del Regnum Christi en Santiago. En 2003-2004 fue colaborador en Estados Unidos. Estudió tres años de Derecho en la Universidad Católica de Chile. Ingresó al noviciado en Salamanca el 14 de septiembre de 2006 y cursó allí las humanidades. En 2009 inició el bachillerato en filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. En 2011 comenzó sus prácticas apostólicas como director de sección de jóvenes de La Dehesa en Santiago de Chile. En 2014 regresó a Roma para estudiar la licencia en filosofía y el bachillerato en teología.
“Unas misiones de verano cambiaron mi vida”
“En el colegio recuerdo con cariño la Comunión en los recreos, la Confesión frecuente, la cercanía de los hermanos y padres legionarios, la relación con varios profesores que me marcaron, las salidas de participación social y la consagración a la Virgen. Me acuerdo de unas misiones de verano, al terminar 8º básico con unos amigos, que cambiaron mi vida. En ellas sentí una felicidad inmensa porque me tocó mucho el contacto con gente sencilla y experimenté la alegría de compartir la fe. La convicción de ser llamado por el Señor al sacerdocio fue creciendo a partir de los 18 años. Me costó mucho al principio porque hubo momentos en que sentía la llamada fuerte y otros en que todo se calmaba. En mis años en la Universidad Católica, cuando estudiaba Derecho, fui llenándome de paz poco a poco y fue creciendo la certeza de que el sacerdocio era el camino por el que Jesús me quería llevar al cielo. Finalmente, en tercer año tomé la decisión: «voy, Señor, te sigo»”.
“Existe un llamado a la humildad y a la fidelidad”
“Las vocaciones siempre son una respuesta de Dios a su santo pueblo fiel. En el contexto de la crisis que vivimos como Iglesia en Chile nos llama a la humildad y al deseo de responder al Señor con fidelidad. El problema de las vocaciones no es solo “problema de los curas”. Suelo preguntar a los jóvenes cuando hablamos de este tema: ¿quién te va a confesar? ¿Quién te va a casar? ¿Quién bautizará a tus hijos? ¿Quién te dará la unción cuando estés enfermo o moribundo? ¡Sin sacerdocio no hay Eucaristía!”.
“El diácono es el custodio del servicio en la Iglesia”
“Hace poco pude saludar al Papa Francisco y aproveché de decirle que me ordenaba diácono dentro de poco. Él me dijo algo que nunca se me va a olvidar: «acuérdate que el diácono es el custodio del servicio en la Iglesia». Eso significa para mí esta ordenación diaconal: adentrarme en el servicio, tal como Jesucristo enseñó a sus amigos”.
Jesucristo es la respuesta a nuestros anhelos más profundos
“Quiero ser un hombre profundamente unido a Dios y muy cercano a todas las personas que Él ponga en mi camino. Nada me hace más feliz que hacer de puente entre Dios y mis hermanos. Quiero ser portador de la alegría del Evangelio que contagia y anuncia que Jesucristo es la respuesta a todos nuestros anhelos más profundos, el único que puede dar sentido a nuestra vida y la luz que disipa toda oscuridad. No es un mensaje de palabras, sino de vida. Esta necesidad de testigos del amor de Dios es especialmente urgente en estos momentos que atraviesa la Iglesia en Chile”.
La familia y el deporte
“Me gusta pasar tiempo con mis hermanos, mis amigos, los jóvenes y las comunidades. Me gusta correr, hacer trekking para admirar la naturaleza, leer y recorrer la ciudad para conocer su cultura”.
Mensaje de la familia Ayala Birrell
“Javier desde niño fue alguien profundo, observador, muy carismático y cercano. Fue una niñez muy bonita y a medida que fue creciendo cada día más se fue acercando a Jesús y a la Virgen María. Cuando nos contó que quería ser sacerdote estábamos muy felices por él, pero nos daba una pena enorme que se fuera lejos porque lo íbamos a echar mucho de menos, sin embargo, Dios es muy grande y generoso y nunca ha estado más cerca nuestro que desde que entró al seminario. Su ordenación diaconal es un gran regalo que nos trae una sensación de alegría, paz y tranquilidad muy especial. Además nuestra familia crece, porque “los legionarios” pasarán a ser nuestra familia también. Rezamos todos los días para que siempre tenga claro el camino que Dios quiere para él, para que sea un santo sacerdote y con su fe férrea, carisma, pasión por Jesús, amor por la Virgen y alegría llegue a muchísima gente”.