Thomas está en sexto año de medicina en la Universidad de Chile, salió del colegio Everest y participa en el reino hace más de nueve años. Para él “significa que me acompaña día a día en todos los desafíos que se me presentan, guiándome con sabiduría en las decisiones que tengo que tomar y alentándome a siempre ponerme al servicio de los demás”.
¿Qué te motivó a estudiar medicina? ¿Tu fe tuvo algún rol en esta decisión?
Desde chico que me he hallado mucho en la ayuda social hacia el prójimo y sentía que tenía mucho que aportar en cuanto a eso. Estudiar algo relacionado con la Salud te abre puertas para hacer de ello algo cotidiano en lo profesional, y junto a la pasión que tengo por las ciencias sentí que Medicina me podía entregar justo esa combinación que tanto buscaba.
¿Cómo has integrado tus creencias religiosas con el conocimiento científico en la medicina?
Existe actualmente una opinión muy arraigada en la sociedad que dice que la ciencia se opone a la fe, que ambas cosas debaten entre ellas, pero la verdad no es así. La fe eleva a la ciencia, la hace tener un sentido más amplio. No la niega, si no que va más allá y termina de explicar aquellas cosas en las que la ciencia, y la medicina, se quedan cortas. Hay cosas que como sociedad todavía no logramos explicar y es ahí donde la fe entra a jugar un rol muy importante.
¿Existen valores cristianos que influyen en tu manera de estudiar y entender la medicina?
Sí. A la hora de enfrentarme a un paciente y su contexto de enfermedad y sufrimiento, me es muy importante tomar en cuenta de que no es una persona más, si no que al igual que yo es un hijo de Dios que se merece el mejor de los cuidados junto a la empatía correspondiente. La dignidad es algo inherente a todo ser humano y eso es algo que no se debe olvidar, menos en un contexto de sufrimiento o incertidumbre, como lo puede llegar a ser una enfermedad.
¿Has tenido que tomar alguna decisión en la que tu fe cristiana y la medicina entraran en tensión? ¿Cómo la resolviste?
Muchas veces uno se ve enfrentado a situaciones límite en que el sistema de salud o los medios económicos no permiten brindar la ayuda o los cuidados que alguien necesita. En esos casos, creo que es muy importante tener en cuenta que no siempre se podrá hacer lo óptimo, pero tal como decía el español Dr. Callabed , “curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”. Esta frase me encanta porque refleja de manera muy adecuada el valor cristiano del amor hacia el prójimo que tan importante es para nosotros.
¿Te han cuestionado o criticado por mantener tu fe en un ambiente de formación científica? ¿Cómo reaccionaste?
La verdad es que no he estado expuesto a situaciones en las que se me critique por tener la fe que tengo. Al contrario, me ha tocado ver que el don de la fe es apreciado incluso por personas que no lo tienen o que se les hace muy ajeno. La razón de ello, según mi propio análisis, es que el hecho de creer en algo o alguien superior a nosotros mismos tiene como consecuencia adoptar un modo de vida mejorado, con mayor sentido y posibilidades de sentirse realizado. Esto mismo ha sido estudiado ampliamente en la medicina y se relaciona con mayores niveles de felicidad en aquellos que profesan creencias espirituales.
¿Cómo crees que tu carrera médica puede ser una forma de servicio y misión en el mundo?
Hoy, lamentablemente, es frecuente ver que la medicina se ejerce como algo meramente comercial, sin tener cuenta la particularidad que se merece en cuanto a la ayuda que se le brinda a alguien que está viviendo una enfermedad. Una medicina deshumanizada habla de una sociedad despreocupada por el sufrimiento ajeno; y por el contrario, tener a médicos o profesionales de la salud que estén dispuestos a servir con sencillez y alegría habla de personas que quieren contribuir con Cristo en su plan de Reinar en los corazones del mundo.
¿Qué mensaje le darías a otros estudiantes de medicina que intentan conciliar su fe con su carrera?
Que no lo vean como cosas excluyentes. Al revés, aprender medicina de la mano de la fe hace que la experiencia sea más “HD” o “4D”: los aspectos positivos y triunfos brillan con mayor intensidad, mientras que los sufrimientos y desamparos, propios de la carrera por lo demás, se viven con el apoyo de quien todo lo puede.