En esta ocasión, Pepe Mateos nos comparte su día a día en la vida consagrada, resaltando la importancia de disfrutar el proceso y de vivir cada momento por amor a Dios y a los demás. Su experiencia nos invita a reflexionar sobre cómo las pequeñas acciones pueden adquirir un profundo significado en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo es un día típico y qué haces, en qué orden?
Desde que llevo mi vida consagrada, es verdad que hay un horario y puede haber alguna rutina, pero en realidad no hay un día igual a otro y eso es parte de los regalos que Dios nos da, cada día hay novedades, cada día hay nuevas gracias y experiencias de Dios.
En el día a día los elementos que siempre están desde el inicio del día son la oración, poner todo en las manos de Dios, la eucaristía, para mí la clave es que nos hacemos uno solo con Dios, uno solo con Cristo y tratar de vivir con esa conciencia como una convicción de que efectivamente es Cristo quien vive en nosotros. A partir de ahí tratas de que en todo lo que estás haciendo durante el día permitas que sea Él el que actúa.
Siempre he trabajado en alguna institución o universidad, eso marca el ritmo del día, el horario de trabajo, las reuniones, las juntas, las pausas, los momentos de oración, tratar de hacer ejercicio. Finalmente, cerrar el día con un momento de comunidad, comer juntos y luego en la capilla para cerrar con Dios, con la visita a la Virgen y terminar el día así.
¿Qué haces para relajarte o alegrarte si estás teniendo un mal día?
Como cualquier ser humano tenemos dificultades, cansancio y tratar de cuidar el descanso, el orden en el día. Tener orden en tus horarios, en tus alimentos, yo creo que sobre todo es el constantemente estar tomando conciencia de que es Dios quien actúa en ti y que cada cosa que haces es en cierto sentido sobrenatural. Ayudan cosas como el ejercicio diario para las tensiones normales de la vida.
¿Cuál es la clave de un buen día para ti?
Una clave es disfrutar más el proceso, disfrutar lo que haces, no los resultados, no si salió bien o si salió mal, sino el estar gastando cada minuto, cada momento de tu vida por amor a Dios y por amor a las personas. Eso hace que todo adquiera otro brillo, que lo disfrutes, independientemente del resultado que vaya a tener, estoy poniendo mi grano de arena y todo esto lo hago por amor a Dios y por amor a los hombres, y eso como que cambia totalmente las cosas.