Regnum Christi Chile

Ver video con la historia de los nuevos diáconos LC

Entrevista a los nuevos diáconos LC, H. Alberto Puértolas, H. Alexis Gatica y H. Felipe Rivas quienes nos contaron de su caminar a esta vida religiosa y de la ruta que Dios les fue trazando a través del Regnum Christi. Ver video con sus historias

Conociendo a nuestros nuevos diáconos LC, video aquí 

 

El español Alberto Puértolas y los chilenos Alexis Gatica y Felipe Rivas son los nuevos diáconos LC que se ordenaron  en nuestro país. Los tres jóvenes tienen una profunda formación y un largo camino recorrido en el Regnum Christi.

 

Alberto Puértolas, diácono LC:

“Mi vocación a Jesucristo es en el Regnum Christi”

Alberto Puértolas nació el 13 de mayo de 1970 en Barcelona, España. Licenciado en ciencias económicas y empresariales, Alberto desde muy  joven estuvo vinculado al Regnum Christi. Primero como laico -participando en los grupos juveniles del RC-  posteriormente como laico consagrado a partir de 1992 y  ahora como diácono y futuro sacerdote.

 

De laico consagrado a sacerdote

“Siempre he sentido que mi vocación a Jesucristo es en el Regnum Christi. Primero fue como laico no consagrado, después como consagrado, y ahora como religioso y sacerdote, siempre del RC. Mis 18 años de vida consagrada en el Movimiento han sido un regalo enorme. Me he sentido siempre pleno. Los últimos años en Chile sentí que el Señor me invitaba a servirle ahora desde el sacerdocio. Me costó mucho tomar la decisión, porque la vocación consagrada en el Movimiento me sigue pareciendo una expresión hermosísima y, en mi sensibilidad la más atractiva de todas las que el Señor ha querido para nosotros como familia espiritual.”

 

El testimonio de su familia

“Sin duda que el testimonio de amor y armonía matrimonial de mis padres ha sido fundamental. No tengo recuerdo de un mal gesto, un levantarse la voz, una discusión… y salí de mi casa a los 22 años”.

 

El significado de esta ordenación

“El diácono es el servidor. Aunque me ordene sacerdote unos meses después, aspiro a no dejar de serlo nunca. Percibo un fuerte movimiento interior los últimos años  en el que me parece entender que si Nuestro Señor me sigue regalando vida es para colmar su plan de amor por mí, sobre todo creciendo en mi relación personal con Él. Así percibo el don de la vocación sacerdotal, una invitación a configurarme con Él desde el ser. Que lo que celebre, diga, haga como sacerdote sea expresión externa de lo que soy. Sacerdote de Jesucristo. Un don que se acoge con fe y humildad”.

 

Hobbies: tenis, fútbol y una cerveza

“Todos aquellos elementos que acompañan una amistad auténtica. Una buena cerveza ha sido normalmente fiel compañera. Me gustan mucho los deportes, el tenis y el fútbol sobre todo”.

 

Su futuro trabajo, seguir sirviendo al Señor

“Después de la ordenación diaconal volveré a Roma a continuar sirviendo al Señor y a su Iglesia en el equipo de pastoral juvenil y familiar del gobierno general del Regnum Christi. Lo he venido haciendo los últimos años, mientras estudiaba teología, y ahora lo haré a tiempo completo. Es un pequeño equipo de trabajo, realmente un equipo, conformado por consagrados, legionarios y consagradas, muy bien liderado por una consagrada del Movimiento. Si Dios quiere recibiré la ordenación sacerdotal junto a otros 43 hermanos, en Roma, el sábado 12 de diciembre, día dedicado a María bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe”.

 

Alexis Gatica Andrade, diácono LC:

“He descubierto que la vocación sacerdotal implica tener un corazón y una sensibilidad enormes”.

Alexis Gatica, es el tercero de cuatro hermanos, nació en Santiago el 18 de enero de 1984. Entró al seminario menor de los Legionarios de Cristo en 1997. Aficionado a la música, tiene especial inclinación por el piano y es también reconocido como un gran diseñador gráfico.

 

Cómo fue el llamado

“Desde pequeño sentí que el “gusanito” de la vocación rondaba por mi mente y mi corazón. Recuerdo que una vez, estaba en misa con mi mamá y le pregunté qué era aquello que repartía el sacerdote en la boca de las personas. Mi mamá me dijo que era Cristo Eucaristía. Siempre me impresionó mucho la figura del sacerdote, su porte alegre y sencillo. Percibía algo de misterio y de divino…”

 

La experiencia del amor a primera vista

“Cuando llegué a conocer el seminario de los legionarios–al que me había invitado a conocer un sacerdote que nos visitó en el colegio- experimenté el amor a primera vista. En aquel entonces estaba el noviciado de la Legión en Puente Alto y ese mismo año se había fundado el Centro Vocacional. El ver a los novicios y apostólicos, y disfrutar de la caridad con que se trataban, la vida de oración, el silencio, la belleza del lugar, etc., produjo en mí la voluntad de no querer irme de allí”.

 

La reacción de la familia

“Este paso fue difícil. Que el tercero de los hijos se vaya con 12 años del hogar no era fácilmente digerible. A esto se suma el hecho de que quizás en mi hogar no éramos muy cercanos a la fe. Por estas razones fue un momento duro, de crecimiento en todos los sentidos: fe, unidad espiritual, aceptación de la vocación que ellos también reciben por ser la familia de un futuro sacerdote, etc. Llevo en total 18 años en este camino y siento más que nunca el apoyo de mi familia. Sus oraciones han sido mi sostén en mis momentos difíciles y siempre les estaré agradecido por su generosidad con Dios y cercanía”.

 

Debemos ser un pañuelo en las manos de Dios

“Recuerdo con cariño las palabras de un sacerdote salesiano antes de irme al noviciado: Tienes que ser como un pañuelo en las manos de Dios: tienes que dejar que Dios te arrugue, te estire, te apriete, etc. Tienes que ser dócil”.

 

El mayor de los talentos: amar mucho

“A través de este camino he podido desarrollar unos talentos que no sabía que tenía: de niño me ha gustado la música, y he podido desarrollar durante los últimos 9 años este talento. He sido director de canto en las comunidades donde he estado, toco el piano y he podido colaborar como director del coro de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe que tenemos aquí en Roma.

Pero el mejor talento que Dios me ha dado y que me ha permitido descubrir es mi gran capacidad de amar. Quisiera subrayar mucho este aspecto. He descubierto que la vocación sacerdotal implica tener un corazón y una sensibilidad enormes, y que deben ser educados y formados”.

 

Felipe Rivas, diácono LC:

“En los diálogos con Cristo maduró mi vocación”

Felipe Rivas nació el 3 de enero de 1984 en Santiago, es el segundo de tres hermanos.  A los 14 años ingresó al seminario menor y el 2001 al noviciado. Fanático del deporte y de la bicicleta se ha formado en Teología y Filosofía y su primer trabajo apostólico lo desarrolló colaborando con la pastoral juvenil y familiar en una parroquia en Milán.

 

El regalo más preciado: conocer a Jesús

“A mis 11 años Dios quiso que conociera a los Legionarios a través de los hermanos novicios. Ellos fueron quienes me dieron el catecismo de mi primera comunión. El testimonio de estos jóvenes que con tanta alegría me hablaban de Cristo y entregaban su vida al Señor no pasó desapercibido. Ellos me dieron el regalo más precioso: conocer a Jesús y ser su amigo; me enseñaron a hablar con Él e invitaron al Ecyd. En mi corazón han quedado muy grabados aquellos momentos en los que, después de haber recibido la comunión los domingos, me iba a la capilla de la parroquia a hablar durante algunos minutos con Jesús. En estos diálogos con Cristo fue donde maduró mi vocación. Mi entrada al Seminario Menor fue mi respuesta al Señor que me pedía mayor generosidad; yo también quería seguirlo más de cerca como aquellos jóvenes”.

 

 Mi familia y su apoyo

“Mi familia ha sido fundamental para seguir mi vocación que se manifestó en tan temprana edad. Siempre han respetado mi decisión y me han ofrecido todo su apoyo. Me han enseñado que lo más importante es hacer en todo lo que Dios quiere”.

 

Mi anhelo después de esta ordenación

“Espero ser más generoso para que Dios tome mi vida y me lleve a donde Él quiera. Dios me pide que confíe más en su Providencia y que sea instrumento de su misericordia”.

 

La bicicleta, una gran compañera

“Me gusta mucho el deporte: correr, andar en bicicleta, jugar fútbol. En estos últimos diez años en Italia, Dios me concedió vivir y trabajar en dos ciudades bellísimas: Milán y Roma. Aquí nació mi interés en conocer bien la ciudad en la que vives, llenas de historia y tradición cristiana,  pues  de esa manera entiendes mejor los problemas de las personas y conoces sus intereses. Para ello, la bicicleta ha sido una gran compañera…”

 

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