“Más allá de la concurrencia, es muy bonito el silencio que se produce. Escuchar las reflexiones, el coro y rezar juntos lo hace un momento maravilloso”, Alfredo Vargas, uno de los organizadores y miembro RC de Viña del Mar.
Hace 18 años que surgió esta iniciativa al alero de la sección de señores de la localidad de Viña del Mar. Uno de sus fundadores es Juan Schultz quien ha sido apoyado incondicionalmente por otros “históricos” como Alfredo Vargas e Ivo Boric. Luego de un receso de tres años, producto de la pandemia, se retomó esta tradición que se realiza en conjunto con la Parroquia de Reñaca en la playa. “Es una experiencia maravillosa desde distintos ámbitos”, enfatiza Alfredo Vargas. Se refiere al trabajo colaborativo que se da en torno a la organización del Vía Crucis. Comienzan poniéndose como equipo bajo la dirección del párroco, para luego articular todos los detalles. Este año se incorporó el movimiento de Schoenstatt, quienes aportaron un coro mixto de 16 personas. “Fue muy bonita la contribución que se dio, tanto al interior de nuestra propia localidad del Regnum Christi, como también con la parroquia y schoenstatt”.
Alfredo, al dar ejemplos del trabajo en equipo, explica que Cecilia Correa, señora de la sección, se encargó de pintar con números romanos los letreros de cada estación, que decidieron renovar. Otros apoyaron con mano de obra en la reparación de algunas cruces que se tuvieron que rehacer. Incluso, el mismo día en que montan las estaciones y se realiza el Vía Crucis, recibieron el apoyo de las personas que estaban en la playa. “Con su ayuda, alcanzamos a terminar dos horas antes que comenzara todo”, afirma. La labor consistió en instalar 1.200 cambuchas con velas, que iluminaron el camino de 950 metros que recorre las 14 estaciones. “Más allá de la concurrencia, es muy bonito el silencio que se produce. Escuchar las reflexiones, el coro y rezar juntos lo hace un momento maravilloso”, concluye.