Así define Marcela Hurtado, casada desde hace 40 años con Juan Pablo de la Maza, mamá de 6 hijos y abuela de 12 nietos, su participación y compromiso con este apostolado, que nació en 2010 y que ya cuenta con 5 mil seguidores en Instagram. “Estamos en “Abrigar la Esperanza”, junto a mi equipo, porque estuvimos muchos años visitando a los adultos mayores del Cottolengo y después de la pandemia ya no pudimos ir más, así es que decidimos colaborar en esta iniciativa, porque nos gusta el contacto con los mayores”, nos cuenta Marcela, quien pertenece formalmente al Regnum Christi desde hace 15 años.
“Abrigar la Esperanza” ha hecho una labor extraordinaria desde sus inicios. Su objetivo es contar con un equipo de tejedoras, principalmente mujeres de la tercera edad, residentes de hogares de ancianos, a las que se les entregan los materiales necesarios para que tejan ajuares, frazadas, bufandas, gorros, todas prendas que son donadas a instituciones de beneficencia. “Buscamos que la tercera edad, que son principalmente nuestras tejedoras, puedan hacerlo con un sentido social, pues no tejan para ellas, sino para otros. Queremos potenciar el que cada uno, desde dónde esté, pueda contribuir a la sociedad”, comenta Catalina Valdés, miembro del RC y quien lidera esta iniciativa, en una entrevista publicada en la web.
En estos últimos meses han estado muy movidos, llevando sus tejidos a diferentes regiones del país. Gracias a un convenio con Correos de Chile, se dedicaron durante marzo a entregar ayuda a las localidades afectadas por los incendios, contactando a los obispados de Linares y Los Ángeles, al arzobispado de Concepción y también con el apoyo de la Iglesia que Sufre. Fue así que entregaron gorros de niños, chalecos, pantuflas y frazadas, a las parroquias de Mulchén, Tomé, Nacimiento, Reinaco y Santa Juana.
Y eso no es todo, puesto que continúan apoyando a instituciones con las que trabajan desde hace tiempo como CAME y el hospital de La Florida Eloísa Díaz, donde entregan donaciones a la unidad de neonatología. También han dado ajuares al Rottary Club de Puerto Varas, al Hospital San José y a Mano Amiga.
“Para mí Abrigar la Esperanza es una forma de agradecer a DIOS todo lo que me ha dado, me llena el corazón poder ayudar con mi trabajo a tanta gente que lo necesita, y ver cómo cambian sus caras al recibir un poco de calor con nuestros tejidos. Es una forma concreta y efectiva de ayudar al que pasa frio, me llena el corazón y el alma poderlo hacer e invito a todos a participar porque, aunque suene cliché, uno recibe más de lo que da”, señala Marcela Hurtado.
Francisca Gastellu, casada hace 37 años con Pedro Errázuriz, con quien tiene 4 hijos y es desde hace 25 años que forma parte del Regnum Christi, forma parte de Abrigar la Esperanza desde los inicios. “Comencé hace muchos años cociendo frazadas, una o dos al mes, con los cuadrados que las señoras llevaban, hasta que llegó la pandemia y se filtró un mail interno que pedía cuadrados para hacer frazadas, y salía mi nombre como contacto, de ahí en adelante colapsó mi celular, pues llegaban y llegaban mails de gente que quería participar, ahí la Cata Valdés entra en acción y comienza a organizar este gran proyecto”, recuerda Francisca.
Extendiendo redes
Si de noticias positivas hablamos, no podemos dejar de mencionar las nuevas alianzas que han conseguido este grupo de 50 señoras de la sección de Las Condes, que participan como voluntarias en diferentes labores de este apostolado. A Caritas Chile, les donaron ajuares para mujeres, muchas de ellas inmigrantes; al comedor San Gregorio, de La Granja; a la Fundación Nacerán, que se dedica a dar consejería para que las mujeres no aborten; a la Fundación Tú me ayudas a Crecer, en El Maule, que apoya a hogares de niños de la VII región; y a la Fundación del Padre Seremías, que pidió 50 cuellos para niños de Santiago y San Vicente.
Otra noticia es que conocieron a un grupo de tejedoras, que se llaman “Las arañitas de Santiago”, que son una filial de una organización similar de Iquique, quienes les pidieron ayuda para entregar frazadas a un hogar de ancianos de la comuna de San Miguel. Como resultado, les donaron 42 frazadas y también cuadraditos.
Gracias a un contacto con Red Eleam, que ayuda a 152 residencias de adultos mayores, consiguieron que en 6 residencias se implementara Abrigar la Esperanza.
Y suma y sigue. También tomaron contacto con las universidades que imparten la carrera de Terapia Ocupacional, para contarles de la experiencia de Abrigar la Esperanza. En la PUC, ya organizaron una campaña de cuadraditos, y están viendo profundizar la alianza en aspectos más académicos, a través de los campos clínicos, con el fin de que los alumnos puedan hacer las adecuaciones necesarias, para que las personas que atiendan en las residencias, aprendan a tejer y así se sumen más personas a este apostolado.
Llegando a más
Otra idea que están concretando es trabajar con Florencia Campos, quien hace telares, para implementar un piloto en un hogar de ancianos, con el fin de extender esta práctica hacia otros lugares. Además, están en conversaciones para hacer alianzas con la Municipalidad de Las Condes y Carabineros de Chile.
Hoy están trabajando muy unidas a “Abrigar la Esperanza” de Viña del Mar, para poder abarcar nuevos desafíos. Ya fueron a la Expo Materia Prima en abril y en julio van a Expo Teje. También, se han sumado nuevas tiendas que reciben las donaciones como centros de acopio, en Nos y Puente Alto y casas particulares en Providencia y Ñuñoa. Gracias a estos centros pudieron distribuir las mantitas de la Fundación Amparos, que entrega unas cajas de duelo para niños que mueren en el útero o antes del año de vida. A ANSPAC, otro apostolado del Regnum Christi, se le entrega material para que las egresadas de sus programas, entreguen tejidos, también han apoyado actividades del ECYD, la pastoral de adolescentes del RC, quienes llevaron tejidos a un hogar que visitaron.