Leticia pertenece al Regnum Christi desde el año 96, el que conoció como apoderada del Colegio Cumbres, donde se formaron sus cuatro hijos. “Es difícil decir en pocas palabras lo que he reflexionado y el mensaje que me ha quedado en el corazón”, señala sobre su experiencia en Auco. Instancia de formación espiritual que congregó a 43 señoras a meditar sobre el Padre Nuestro.
Leticia, casada con Philip de St. Aubin hace 45 años, con quien son padres de cuatro hijos y abuelos de 18 nietos, conoció el Regnum Christi como apoderada del Colegio Cumbres, donde estudiaron sus hijos. “Crecí en un ambiente católico en México, pero siempre tuve la profunda inquietud de ser una cristiana por convicción, y no serlo sólo por el hecho de haber nacido en un hogar cristiano. Siempre estoy en un estado de búsqueda para entender y crecer espiritualmente”, explica.
¿Qué fue lo que te atrajo del Regnum Christi?
Yo ya vivía mi fe profundamente, con intensa vida de oración y estudio de la Biblia; pero buscaba la forma o el medio de canalizarla, de compartirla y eso fue lo que encontré en el Regnum Christi, el vivir una vida en Cristo “contemplativa y evangelizadora”.
¿Cómo crees que te ha marcado el Regnum Christi en tu vida?
Por el trabajo de mi marido hemos viajado y vivido en distintos países. El Regnum Christi me ha dado la oportunidad de formarme continuamente con cursillos y círculos de estudio, estudiar bioética en Roma con los Legionarios de Cristo y teología en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid.
He conocido sacerdotes, consagradas y miembros que me han acompañado siempre como hermanos, en las buenas y en las malas. Ellos han sido mi ancla en un mundo en que muchas veces es difícil navegar. He pertenecido a equipos en Italia, España, Bélgica, Estados Unidos y Chile.
Cuando tienes una vida de expatriado valoras mucho el llegar a un lugar desconocido y automáticamente encontrarte con un grupo de amigos que te apoyan y te quieren; pero no son cualquier amigo, son amigos en Cristo con los que compartes lo más íntimo que llevas en el alma. Tengo mucho que agradecerles.
¿Qué te parecieron los ejercicios espirituales que realizaste en Auco?
Han sido muy enriquecedores, como siempre lo son. Desde que me incorporé al Regnum Christi he intentado ir a ejercicios cada año. ¡Cómo quisiera que todos mis hijos y seres queridos tuvieran la experiencia! Siempre hay un antes y un después. Vivirlos en silencio y soledad es la acción más eficaz para escuchar al Dios que tanto nos llama en nuestro interior.
¿Con qué reflexión o mensaje te quedas?
Estos últimos fueron una meditación profunda de la oración que Cristo nos enseñó, el Padre Nuestro.
Es difícil decir en pocas palabras lo que he reflexionado y el mensaje que me ha quedado en el corazón. Esta reflexión me ayuda a bendecir a Dios en todo, reconocer su omnipresencia y omnipotencia. Que está en todo lo creado en el universo, desde lo más grande en el cosmos hasta en la criatura más pequeña de la naturaleza. Que su voluntad es que nos amemos como hermanos con corazones como el de Jesús, manso, humilde y misericordioso. Que yo perdone como Jesús nos enseña a perdonar desde la cruz. Que no caiga en la tentación de la soberbia, creyéndome superior al resto. Que cada momento de mi vida sepa yo actuar con madurez cristiana. Todo esto con profundo agradecimiento en presencia de mi Creador.