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REGNUM CHRISTI

Margarita Figueroa: “Las consagradas podemos evangelizar en cualquier ámbito si sabemos adaptarnos a las necesidades de las personas”

Conoció al Regnum Christi en unos trabajos de invierno en que participó cuando estaba en la universidad. Confiesa que al principio le costó aceptar que tenía vocación de vida consagrada. Finalmente, mientras estaba de colaboradora en México se dio cuenta que “si Dios había pensado en mí, era en el Regnum Christi donde sería más plenamente feliz”, comenta.  

De sonrisa fácil, tono servicial y amable, Margarita Figueroa, chilena y consagrada del RC, vive en la comunidad de Roma desde 2020. Atrás dejó los 28 años que vivió su vocación en México para trasladarse a Italia a realizar labores como parte del equipo de la Secretaría General de Consagradas del Regnum Christi. “Lo más importante en mi vida ha sido y es tener muy claro que hice una opción porque experimenté claramente qué era lo que Dios quería y mi amor a Él es lo que da sentido a cada día”, revela.

Hija de Patricio Figueroa y Gabriela Risopatrón, vivió en una familia conformada por siete hermanos. “Ellos siempre me ha apoyado y respetado mi decisión, pues no era una niña y sabía lo que quería”, explica. Margarita se incorporó como miembro del RC el año 82, pero recién el año 87 ingresó al candidatado, una vez recibida como enfermera matrona, con un postgrado en Enfermería del Recién Nacido de alto riesgo, y habiendo ejercido su profesión en el Hospital de la Universidad Católica, de donde había egresado. “Pensé en la posibilidad de ser colaboradora y me fui a México a vivir con las consagradas”, afirma. Si bien, hasta ese momento no tenía inquietud hacia la vida consagrada, fue en esa etapa que despertó su vocación. “Estaba en un colegio apoyando en la formación de las alumnas de primaria. Era año mariano, y entre las actividades y conferencias me llevaron a reflexionar en que, como Ella, si Dios había pensado en mí, era en el Regnum Christi donde sería más plenamente feliz”, señala.

Desde entonces ya han pasado 33 años de vida consagrada, de los cuales 28 años transcurrieron en México, donde trabajó en colegios en diferentes zonas de su capital.  “Creo que las consagradas podemos evangelizar en cualquier ámbito si sabemos adaptarnos a las necesidades de las personas hoy”, reflexiona.

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