Se incorporó como instructor de formación en el Colegio Cumbres y miembro del equipo auxiliar de sección jóvenes, Las Condes.
Es el mayor de tres hermanos, con quienes creció en un pueblo llamado Tyler Texas, Estados Unidos. Cursó su enseñanza escolar en colegios católicos, sin embargo, comenzó a vivir su fe “seriamente” en segundo año de universidad. “Tuve una poderosa conversión el 11 de febrero de 2011”, comenta. Al domingo siguiente, se reunió con el padre que estaba celebrando la misa porque había mencionado que iban a ofrecer un retiro para chicos y necesitaban gente para ayudar. Ese sacerdote era un legionario de Cristo.
Al comienzo, le atrajo que le ofrecieran un medio muy práctico para crecer en su vida espiritual, y más tarde su estilo de oración y la relación con Jesús como un amigo personal y cercano. Con esa experiencia, decidió ser colaborador en Lousiana, donde tuvo la oportunidad de misionar en Guatemala.
Finalmente tomó el camino al sacerdocio porque había experimentado la misericordia de Dios de una manera muy real, en la confesión y al pasar tiempo ante Él en la eucaristía. “El amor y la misericordia que me ha mostrado me han hecho querer responder dedicándome enteramente a Él”, enfatiza.
Aterrizó en nuestro país para realizar sus prácticas apostólicas. “Mi experiencia en Chile, hasta ahora, ha sido hermosa e intensa. Me ha sorprendido, felizmente, lo abiertos que son los adolescentes para compartir su vida espiritual”.