Conoció el Regnum Christi desde pequeño, pues sus papás se incorporaron antes que naciera. Desde los cinco años que quería ser sacerdote, e incluso “discutía” con un padre legionario cuál de los dos sería el primer Papa mexicano. Ingresó al seminario menor con 12 años y se ordenó en 2014.
El Padre Gonzalo aterrizó en nuestro país en 2017. Al comienzo estuvo como capellán del Colegio San Isidro y en 2019 se trasladó al Colegio Highlands, como subdirector de Formación y Pastoral, y encargado de los equipos del RC de adultos.
¿Cómo ha sido la experiencia de ser el subdirector de Formación y Pastoral del Colegio Highlands?
Un desafío grande y maravilloso. Dedicarse a la educación y a la evangelización siempre ha sido y será una vocación muy hermosa, por estar colaborando en la formación humana y espiritual de los hombres y mujeres del futuro. Sin duda requiere dar lo mejor de uno al servicio de esta gran misión.
Por otro lado, estos tres años han estado marcados evidentemente por la pandemia y nos hemos visto obligados a intentar poner en línea toda la vida del colegio, lo que ha sido imposible por las limitaciones de un sistema online. Estamos contentos de lo que pudimos conseguir y todavía más de que en el último año y medio hayamos tenido estabilidad en la presencialidad, lo que nos ha permitido recuperar paulatinamente distintas instancias formativas que no fue posible mantener durante el tiempo a la distancia.
¿Cómo se da a conocer a Dios a los jóvenes y adolescentes hoy?
Con convicción y testimonio de vida. La cultura de hoy tiende muchas veces a la autosuficiencia del hombre, llevándonos a vivir como si Dios no existiera, como le gustaba decir a Benedicto XVI. Sin embargo, como siempre el hombre necesita de Dios. El Reino de los Cielos no ha dejado de ser un tesoro escondido por el que vale la pena venderlo todo con tal de conseguirlo y poder disfrutarlo. Tenemos que estar profundamente convencidos de esto para transmitirlo con fuerza. Y ante la situación de desprestigio que pasa la Iglesia creo que el testimonio de vida es particularmente relevante.
Muchas veces percibimos un ambiente descristianizado y adverso a la fe. Esto mismo lo vivieron los primeros cristianos. Ojalá que nosotros también suscitemos la curiosidad y atracción que los primeros cristianos generaron a los paganos y que les llevaba a decir: “¡Miren cómo se aman!”
¿Qué les entrega a los jóvenes el Regnum Christi para sus vidas, en especial a quienes se forman en un colegio que se inspira en su carisma?
Me gustaría destacar dos de las muchas cosas que entrega el RC a los jóvenes y creo que no sólo a ellos, sino también a todos los que participamos de este carisma. En primer lugar, una forma atractiva de encontrarnos con Dios, crecer en la fe y compartirla con los demás. Cristo es una persona maravillosa que nos cautiva, nos ofrece su amistad, nos invita a compartirlo con los demás, está presente en nuestras vidas y, sobre todo, nos ama incondicionalmente.
Por otro lado, creo que también nos ofrece compañía en la vivencia de nuestra fe. La mayoría de los jóvenes creyentes que conozco viven su fe acompañados por un grupo, ya sea parroquial, o de algún movimiento eclesial. Tenemos el desafío de seguir presentando instancias atractivas de crecimiento en la fe para que muchos jóvenes experimenten la riqueza de tener a Dios más presente en sus vidas.
Hablando más específicamente del recorrido en el colegio, creo que los años que nuestros alumnos pasan aquí, se encuentran en un ambiente resguardado, como un vivero, esperando que al salir del colegio hayan interiorizado su fe y la plantita esté suficientemente fuerte para seguir creciendo.