Este año retomaron la presencialidad en un 100% y abrieron siete talleres nuevos. “El Regnum Christi tiene ese espíritu apostólico que nos caracteriza en que salimos de nuestro confort para ir al servicio del otro desde el corazón”, reflexiona. Actualmente están formando a alrededor de 500 personas en el programa Mujer y a otras 150 en ANSPAC Emprende.
Maria Ignacia Fernández está casada hace casi 30 años con Marco Dall´olio, ambos miembros del RC, con cuatros hijos entre los 26 y 17 años. Si bien estudió enfermería obstétrica en la Universidad Católica, profesión que ejerció en Chile y también en Argentina, el destino se encargó de llevarla por otro camino.
¿Cómo conociste el Regnum Christi?
Lo conocí el año 1994 cuando vivía en Buenos Aires, donde residimos por 12 años debido al trabajo de mi marido. Ahí nos juntamos con un grupo grande de matrimonios jóvenes chilenos que estábamos viviendo expatriados allá. Conocí a Sol Urrutia, quien me invitó a participar de encuentros con el Padre Arturo Díaz LC.
¿Qué fue lo que te atrajo?
Al comienzo lo hice de curiosidad y para hacer algo distinto. Luego nos invitaron a un retiro que nos motivó mucho a ser parte del RC.
¿Qué ha significado el Regnum Christi para tu vida, de cara a tu familia, rol de mamá y amigos?
El RC ha sido una bendición para mí y mi familia, ya que nos ha llevado a la acción apostólica que nos gusta. Me siento muy parte del RC: identificada con su carisma y espíritu de servicio. Mi marido, a diferencia mía, se incorporó mucho más tarde y con más méritos, ya que su ingreso fue después de todos los escándalos que vivimos como RC, lo que le da mucho más valor.
¿Qué le aporta el Regnum Christi a una mujer casada, que trabaja, con poco tiempo y muchos compromisos?
El RC siempre me ha aportado que lo más importante es mi rol de mujer casada y madre de mis hijos, quienes deben ser mi prioridad.
Su llegada a ANSPAC
María Ignacia trabajó como enfermera en una clínica de Buenos Aires y anteriormente lo hizo en Chile. Estando en Argentina, el P. Arturo Díaz LC, le pidió a un grupo de chilenas, que residían en Buenos Aires, que implementaran el programa ANSPAC, del cual incluso tenía los manuales. “Así comenzó la travesía de ir todas las semanas a un galpón donde se distribuía alimentos a familias muy pobres en las afueras del gran Buenos Aires y nace ANSPAC Argentina en 1995”, afirma. Se mantuvo como voluntaria hasta su regreso a Chile, el año 2004.
Una vez en nuestro país, decidió no volver a ejercer su profesión para darle prioridad a su familia y niños pequeños, lo que le permitió al mismo tiempo, seguir colaborando con ANSPAC. Al poco tiempo Francisca Villaseca, fundadora de ANSPAC en Chile, le pidió que se hiciera cargo formalmente de esta organización.
¿En qué consiste tu labor?
En liderar la organización para que se cumpla nuestra misión de dar herramientas formativas a mujeres vulnerables para que sean agentes de cambios en sus familias y la sociedad. Nuestra labor es de sororidad pues trabajamos de mujer a mujer.
Mostrar a las monitoras voluntarias que debemos utilizar nuestros talentos al servicio de otros y que con entrega y amor podemos producir en el prójimo cambios positivos. Nos entregamos desde el amor, con humildad, ya que todos necesitamos del otro y vivimos los mismos tipos de problemas. Lo que vale es la persona: su dignidad como ser creado por Dios.
¿Cómo ha sido la evolución de ANSPAC en los últimos años?
Ha sido un camino difícil, lleno de problemas y dificultadas como son los caminos de Dios, pero lleno de logros y desafíos maravillosos. Hemos formado a más de 10.000 mujeres que han pasado por alguno de nuestros programas.
¿Qué ha significado para ti liderar el equipo de ANSPAC todos estos años?
Ha sido una oportunidad maravillosa que Dios puso en mis manos y que Él ha ido dirigiendo. Siento que somos instrumentos de Él. A pesar de la pandemia y crisis social, donde todo dejó de ser presencial, lo que es vital para nuestro trabajo, hemos podido salir adelante y reinventarnos. Hemos contenido y apoyados a nuestras asistentes y nunca hemos dejado de atender a nadie.
Hemos tenido que meternos en los problemas reales que hoy sufren nuestras mujeres y sus familias y adaptarnos a sus necesidades. Los programas de ANSPAC Mujer, que dan herramientas formativas humanas y espirituales, tienen una metodología muy buena, pero las problemáticas de las familias en la actualidad han cambiado, con lo cual nos hemos apoyado en profesionales e instituciones para poder actualizarnos y brindar a nuestras asistentes la formación necesaria en los temas que las afligen hoy.
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