“Haber logrado las Cruzadas de este año fue un desafío gigante y una muestra palpable de que es un proyecto que, a través de Cristo, cambia vidas y une a Chile”, cuenta Carmen Aguirre, coordinadora, quien además resalta que vio a muchos jóvenes aprender, crecer, entregar y reír en y con Cristo.
En efecto, fueron 180 voluntarios, quienes trabajaron y misionaron en Cerrillos Pobre, Los Olivos, Totoralillo, Tabalí, Camarico y Altar Alto, todas localidades ubicadas en la IV región. Allí construyeron tres capillas y tres sedes parroquiales.
“Fue una experiencia única dónde por fin pudimos ver todo el trabajo del año surgir. Junto a Federico Cubillos, Josefina Fernández, Joselito Vázquez y Lucho Alemparte, pudimos recorrer las seis zonas viendo cómo esos amores internos que tuvimos, se transformaron en obras externas”, enfatiza Carmen.
José Pedro Kappes, estudiante de quinto año de la UAI explica que llegó invitado por un amigo: “Al principio con muchas dudas y muy pocas ganas”. Pero, para su sorpresa se encontró con un proyecto muy humano, que a diferencia de otros en los que había participado, logró complementar de muy buena manera tanto la construcción como la formación. “Cruzadas se transformó con el paso de los años en una pieza angular en la formación de mis valores y de la persona que soy. No me queda más que agradecer a este proyecto por lo que invito a que se involucren más estudiantes, ya que son de esas experiencias que solo suman: tanto a tu vida como a las de las comunidades”, puntualiza.