El jueves 28 de julio el nuncio apostólico, Monseñor Alberto Ortega, presidió la ceremonia que se realizó en la capilla del Colegio Cumbres, lugar donde el hermano Andrés se formó en su etapa escolar y descubrió su vocación. “En esa quinta banca hice mi primera comunión”, comentó durante la Misa.
“El señor los necesita, es una buena noticia para la sociedad”, señaló Monseñor Ortega durante su homilía. Al mismo tiempo recordó que ser diácono “es ser servidores, con el Señor como modelo” y que están llamados “a hacer presente a Jesús para el bien y la salvación de todos”. Si bien hizo la distinción que en su caso su vocación es al sacerdocio, explicó que este tiempo que comienzan a vivir es precioso para ejercitarse en el servicio de la caridad, el cuidado y atención de los más pobres y de quienes sufren. “Dios se quiere servir de ustedes para entregar su amor, para que Dios sea amado y glorificado”.
Ambos hermanos se dirigieron al final de ceremonia a quienes los acompañaron. “Dios en esta Misa me ha tocado con la imposición de manos y quiere tocar la de cada una de ustedes, en la belleza de esta ceremonia. La belleza más grande es la de tener a Dios en nuestra alma. Mi deseo es que salgamos de aquí a mostrar la belleza de Dios”, afirmó el hermano Andrés.
Por su parte el hermano Carlos Javier agradeció a Dios por darle la vida y vocación al sacerdocio. También entregó palabras de agradecimiento a su familia ahí presente “porque con ustedes he podido salir adelante”, a los Legionarios de Cristo quienes “me han ayudado a crecer como persona” y a la Iglesia “que me ha acogido”.
Ambos finalizaron sus intervenciones pidiendo oraciones por su vocación al sacerdocio.
